Lo he leído en el periódico. Realmente funciona – lo probé paseandome en el bosque. Me hubíera gustado abrazar a alguien tan contenta y aliviada me pusé. A pesar de que se trata de algo muy cotidiano ha sido una experiencia singular. Ahora me paseo con más gusto – ponerme de cuclillas siempre me costaba mucho.
Friedel Schalch, 90 años de edad, Suiza