Hasta ahora siempre tenía un urinario tradicional. Por mi operación de caderas este siempre me causaba dolores. Todo el procedimiento de orinar con el era muy desagradable. Por eso me consentí, le hice caso a mi enfermera y probé Pibella.
Las instrucciones de la enfermera eran muy buenas. Lo mismo me costó fiarme y dudaba que iría todo bien. La enfermera cojió mi mano y me mostró donde debo colocar el tubo. No soy muy hábil por lo cual al principio no funcionaba demasiado bien. Mejor dicho no funcionó del todo. Después de otros dos intentos logré colocarlo bien y enseguida me dí cuenta que todo va de maravilla. Era un alivio enorme, podía hacer pipí sin dolores. Además a partir de ese momento los auxiliares de enfermería tampoco tenían que ayudarme cada vez que tengo ganas de mear. Ahora sólo tienen que vaciar la bolsa contenedora.
Señora Esther K., pacienta de la clínica aarReha, Suiza, 70 años de edad