Como es algo insólito practicaba la primera vez en la ducha. Al principio me costó relajar pero luego conseguí pronto porque me daba cuenta que todo iba bien. Y ahora ya hace un año que utilizo Pibella con convicción y entusiasmo. Lo guardo en un calcetín antiguo y así me acompaña en mis viajes, en los baños de los trenes o de áreas de servicio, en el senderismo o dando vueltas con mi perro. Basta con abrir la cremallera y apartar la braga. ¡Un invento fenomenal! Nada de ponerse en cuclillas, nada de gitarse toda la ropa. Todas las mujeres deberían de conocer Pibella. A mis amigas les he recomendado Pibella y espontáneamente más que 50 mujeres querían poseer un ejemplar. El gran pedido estar para hacerlo.
Saludos
“Susanna“